Mi mundo, el tuyo, el nuestro,
puede ser un poema, si sabemos leer
los versos que nos rodean en cada momento,
instante. El movimiento, la reflexión,
el oscuro, claro pasado, el raro,
bonito presente, el nublando,
despejado futuro. Seguirlos
con los ojos, y ya sin ojos
seguir viéndolo lejos, allá lejos,
y aún seguirlo, más lejos todavía,
hecho de noche, de mordedura,
beso, insomnio, veneno, éxtasis,
suspiro, sangre, muerta.
Te tiras todo el día tumbado en el sofá, creyendo ver el fondo de una espiral sin final. Sabes cuando has de soñar, y cuando todo ha de terminar. Todo se pierde, nada es importante ya, la flor encima de la mesa se empieza a marchitar. Todo se nubla, tiene que acabar, sal de mi mente, no vuelvas más. Despierta del sueño, arranca del techo, haz caso a la tentación, besos de cemento, tequilas de ungüento, extraños en tu habitación. Nada importante te hace llorar, ese cigarro quema tu libertad, te crees que todo te hace flotar, te olvidas, corres, corres vuelas, has de luchas. El mundo grita y vuelve a gritar, sus últimas palabras te hicieron pensar, todo se nubla tiene que acabar, sal de mi mente, no vuelvas más. Extraños en tu habitación.
